Barefoot, correr sin zapatillas.

Publicado: octubre 9, 2011 en Atletismo, Curiosidades, Entrenamiento, Material

Últimamente se ha puesto de moda un tipo de calzado para el running bastante inusual.

Nos recuerda a aquellos atletas que veíamos correr sin zapatillas. Algunos como Zola Budd (plusmarquista 5000m) y Abebe Bikila que dejó estas palabras para la historia relacionadas con su forma de correr «Yo quiero que el mundo sepa que mi país, Etiopía, siempre gana con determinación y heroismo».

Es un tipo de zapatilla, sin prácticamente ninguna amortiguación más que aquella que nos proteja el pie del contacto con el suelo.  De aquí surgen varias preguntas, relacionadas con sus beneficios y con sus inconvenientes.

Para dar un poco de luz, veamos un estudio que se realizó una (escasa) población de 10 personas los cuales se desarrollaron 4 tipos de carrera distintos.

1)      sin zapatillas en cinta de correr

2)      con zapatillas en cinta

3)      sin zapatilla en suelo

4)      con zapatilla en suelo

(por zapatilla, entendemos una zapatilla de running normal con amortiguación, aprox 350gr/zapatilla)

En cada ejercicio corrían 6’ al 70% de la velocidad del VO2max.

Los resultados mostraron un significativo incremento en el consumo de oxígeno (VO2) cuando se corría con zapatillas. Concretamente de un 5.7% en superficie y un 2% en cinta. También mostraron una mayor frecuencia cardiaca y una mayor percepción de esfuerzo. De este modo concluyeron que correr con barefoot o descalzo es más económico que correr con zapatillas. (Oxygen cost of running barefoot vs. running Shod)

M. Barbuton, señala en otro estudio, que efectivamente correr sin zapatillas reduce de media un 4% en el gasto energético de la carrera, y previene frente a esguinces de tobillo y otras lesiones crónicas. Esto se consigue ya que mejora la conciencia de la pisada y mejor respuesta ante un tropiezo o torcedura. También parece favorecer a corredores que sufren fascitis plantar.

Uno de los motivos más importantes, del ahorro energético parece ser, la fuerza que nos ahorramos no teniendo que doblar la zapatilla, y que la respuesta de nuestro propio pie en la zancada parece que es mejor que el que nos ofrece -y nos venden- con las zapatillas.

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